OTRA VUELTA POR LA HISTORIA: BELGRANO
Volvió a
informar al gobierno. Pero… ¡Otra vez! ¡Pero qué desorden! ¡Pero que
desobediencia! Decían en Buenos Aires. Y vueeelta el correo pa’ Jujuy. Con la
orden de guardar esa bandera. Y esta vez Belgrano se enteró. Apenado, fue a ver a su amigo Juan de Dios
Aranivar, que era un cura de aquellos pagos, para ver si le daba algún consuelo…
Después de un rato de conversaciones, le entregó unas banderas al padre Juan y
se marchó otra vez al campamento.
El cura esperó
que se hiciera bien de noche. Aprovechó la intensa lluvia y se lanzó por la
callecita pa’ ir al establo a buscar un caballo. Cargó las alforjas con algunas
herramientas… UN buen martillo, unos clavos, algunos fierros con punta y… ¡a
todo galope por el camino!
Debajo de las sotanas
atadas con una cinta, iban las banderas camino a su escondite…
¿Qué se tenía
entre manos el padre Juan?
Se dirigía a
Titiri, un pueblecito cercano, pues ya tenía un plan en su cabeza pa’ esconder
esas banderas.
Habrá llegado a
Titiri pasado la medianoche. No había un alma por las calles. Ató el caballo a
un poste y enfiló por el caminito. ¿A dónde iba el padre Juan? Su destino era
la capilla del pueblo… Empujó con fuerza las gruesas puertas de madera… y
enteró sigilosamente. Todo estaba oscuro y silencioso. Solo de vez en cuando un
el terrible rugido de un truena estremecía la noche.
El padre Juan
recorrió a tientas la capilla para asegurarse que no hubiera nadie. Prendió una
vela y fijó sus ojos en cada uno de los mueble y adornos que había en el lugar…
De pronto su mirada se detuvo en unos cuadros de Santa Teresa.
Eran los
suficientemente grandes, y los, marcos parecían resistentes. Despacito,
despacito comenzó a sacar las herramientas.
Mientras tanto,
en la calle, unos soldados hacían la ronda nocturna como todos los días. Venían
charlando de temas militares, cuando al pasar por la puerta de la capilla,
oyeron ruidos extraños.
Miraron por una
de las ventanas, pero la oscuridad de la noche y la fuerte lluvia no los dejó ver
nada.
Desde adentro,
unos golpes parecidos a martillazos seguían sonando. Apuraron el paso y fueron
hasta la puerta la empujaron y se abrió. En ese mismo momento un rayo de esos
que pocas veces se ven iluminó la capilla.
Uno de los
soldados creyó ver un bulto que se movía. “¡Alto! ¡quién vive!”, grito. Nadie
contestó.
Vuelta a gritar
esta vez mucho más fuerte. “¡Alto! ¡Quién vive!
Pero nada…
De pronto una
ráfaga cerró con fuerza la puerta de la capilla. Los soldados dieron la voz de
alarma y enseguida vino una patrulla. Prendieron todas la velas, revisaron
todito lo’ rincones, pero no encontraron nada.
Mientras tanto,
el caballo del padre Juan, galopaba a toda velocidá para alejarse de Titiri…
-Pero ¿y las
banderas? ¿Qué pasó con las banderas, tiíta?
-Eso no lo sabe
nadie, mi niña.
Y hasta el día
de hoy las primeras banderas de la patria siguen siendo un misterio…
Estas banderas se encontraron a fines del siglo XIX.
Se las conoce como banderas de Macha. Pero no se sabe si algunas de esas
banderas son las que Belgrano izó en las
barrancas del Paraná en Rosario.
Comentarios
Publicar un comentario