Efemérides: 1º de mayo


Dos acontecimientos marcan el inicio de mayo la promulgación de la constitución nacional en 1853 y el día de los trabajadores de alcance mundial.


La constitución Nacional de 1853


Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires que se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande con el que derrotó definitivamente a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853 sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina dieron un golpe de estado, conocido como la “Revolución del 11 de Septiembre de 1852”. A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que en septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña.





El día de los trabajadores



La fecha fue instaurada en París en 1889 por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional.

Por aquella época los obreros luchaban por reducir la jornada laboral de 12 y 16 horas corridas a una de 8. Un grupo de sindicalistas anarquistas de la ciudad de Chicago el 1º de mayo de 1886 comenzaron una protesta por sus derechos. La huelga que duró tres días fue duramente reprimida por la policía. Tres días después, se convocó a una concentración en Haymarket Square y tras una explosión murieron varios policías. Por el hecho, acusaron a 31 trabajadores y condenaron a cinco a la horca y tres a prisión. El juicio fue una farsa y nunca se descubrió quién fue el responsable del atentado.
Estas ocho personas se convirtieron en los “Mártires de Chicago”, y por ellos y por haber logrado con esta lucha la reducción de la jornada laboral a 8 horas es que en 1889 se declaró que el 1° de mayo sería el Día Internacional del Trabajador.

En nuestra ciudad; Rosario, desde 1890 hasta la actualidad nunca se dejó de conmemorar esta fecha. Se lo hizo en las calles, plazas, cines, teatros, escuelas, colegios. En la clandestinidad o en forma festiva, violenta o pacífica, legal o ilegal, oficialmente o en la oposición. Con actos, marchas, obras de teatro, conferencias, festivales artísticos, misas con bendiciones de herramientas, tratando de superar el récord de producción, competencias deportivas. Lo protagonizaron trabajadores de distintas ideologías, anarquistas, socialistas, comunistas, peronistas, radicales, militantes católicos.
Según cuentan los memoriosos los anarquistas y socialistas que se reunían en el café “La Vieja Bastilla” o “La Bastilla” recibieron la invitación del Club Worwarts, de Buenos Aires, para organizar las manifestaciones para el 1° de mayo de 1890. En esa reunión se designó a Virginia Bolten y Rómulo Ovidi, para representar a los obreros rosarinos. Con los días, los encuentros aumentaron para organizar la manifestación y el acto. La policía que vigilaba a quienes asistían a las tertulias, en uno de sus informes advirtió al gobierno provincial que: “se habían incrementado las reuniones de unos gringos extravagantes que usan corbata negra, moño volado y lucen frondosos bigotes”.
El día previo al gran acto fue detenida Virginia Bolten por distribuir el Manifiesto del Comité Internacional de Buenos Aires, y el sumario policial destacó que había sido “demorada” por distribuir propaganda anarquista entre los trabajadores de la Refinería Argentina, atentando contra el orden social existente. El gobernador dio instrucciones de no molestar a los obreros.
La Plaza López fue el lugar elegido para la concentración, y desde las 11 hs. los manifestantes se fueron acercando portando carteles “negros con letras rojas”, uno de ellos con esta inscripción “1º de Mayo de 1890—Fraternidad Obrera Universal”. La columna de 1.000 manifestantes, partió “custodiada por seis bomberos a caballo con sus flamantes Rémington”, recorrió las calles céntricas hasta la esquina de Entre Ríos y Urquiza, y se congregaron en la llamada Quinta Hutteiman de ese cruce de calles. Años más tarde nacería en las proximidades Ernesto Guevara, el Che.
En el acto, hablaron Domingo Lodi, Juan Ibaldi, Guillermo Schutlze, Alfonso Jullen, Rafael Torrent, Paulino Pallas, Virginia Bolten y Teresa Marchisio. Los oradores se expresaron en varios idiomas. Posteriormente, la columna se dirigió al café “La Bastilla”, para celebrar y brindar por el acontecimiento.
El Manifiesto del 1° de Mayo de 1890 de los trabajadores argentinos planteaba estos reclamos: Limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para los adultos; prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años y reducción de la jornada a seis horas para los jóvenes de ambos sexos de 14 a 18 años; abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industria cuya naturaleza exige funcionamiento no interrumpido; prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industria que afecten con particularidad al organismo femenino; abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años; descanso no interrumpido de treinta y seis horas, por lo menos cada semana, para todos los trabajadores; prohibición de cierto género de industrias y de ciertos sistemas de fabricaciones perjudiciales a la salud de los trabajadores; supresión del trabajo a destajo y por subasta; lnspección minuciosa de talleres y fábricas por delegados remunerados por el Estado: elegidos, al menos la mitad, por los mismos trabajadores.

En estos en estos días, cobra actualidad el canto que entonaban hace más de cien años los obreros rosarinos:
“Ni una hora para pensar/ Queremos sentir el calor del sol/ Queremos oler las flores/ Vamos a conseguir las ocho horas/ Ocho horas para lo que nos dé la gana”.

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